FAMA
Primero fueron unos pocos. No tardaron en sumárseles muchos más. Llegaban por cientos, por millares.
Corrían todos en pos de una mujer a la que pretendían darle alcance y hacerla suya. Sin embargo los pies de ella eran más veloces y a cada tramo la distancia que la separaba de sus perseguidores aumentaba.
Atravesaron calles, plazas, ciudades enteras. Se internaron en el bosque y bordearon el río. Enloquecidos con la carrera no prestaron atención al rostro de la mujer reflejado en sus aguas. Uno de ellos, quizá el más rezagado, reconoció sus rasgos y dejó de acosarla.
No le interesaba:
No era más que la FAMA
FAMA
Primero fueron unos pocos. No tardaron en sumárseles muchos más. Llegaban por cientos, por millares. Corrían todos en pos de una mujer a la que pretendían darle alcance y hacerla suya. Sin embargo los pies de ella eran más veloces y a cada tramo la distancia que la separaba de sus perseguidores aumentaba.
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