Antes de que tu vida
tensa y vibrante
dispare su flecha de muerte
hacia la nada,
Antes que el frío
del que habláis los malditos
convierta tus alas
en mariposas negras
preñadas de noche y de infinito,
Antes de desmoronarte
piedra a piedra,
como un antiguo monumento al hombre
vencido por el viento de los siglos,
quiero,
por última vez,
acariciar los ríos de tus venas
que no son ya la savia de tu cuerpo,
vacías ahora de sangre,
recorridas por la angustia
camino del misterio.
Cuando en rápido vuelo
cruces la frontera hacia el ocaso,
en tu arco vibrará una canción
desnuda de palabras.
Pero, antes, mucho antes
de que ese futuro
que amenaza cada día en la ventana
nos alcance,
déjame maldecir
a quien enturbió tus ojos,
te robó la mirada
y te dio a cambio una amalgama
de desesperación y desaliento,
de odio alimentado con venganzas,
con violencia y miedo.
De amargura sin fin.
De esperanza derretida en hielo.
Antes de que tus ojos
se nieguen a mirar a las estrellas
y se cieguen para siempre,
déjame decirte,
que fue tu cálida mirada
un hermoso amanecer
en los páramos austeros del alma.
"Cuadernos al mediodía"