miércoles, 25 de diciembre de 2013

PREPARATIVOS NAVIDEÑOS


De los nervios. De los nervios puros ando últimamente. ¿Será posible? ¿es que de todo me tengo que ocupar yo?  Y además, con las Navidades encima. Pero si es que no me alcanza el tiempo para nada. A ver, dime tú, siete horas en la oficina delante del ordenador, que cuando salgo llevo los ojos fosforescentes de tanto mirar a la dichosa pantalla. Y al llegar a casa, comer medio atragantada, poner la lavadora, planchar… Si esto es un sin vivir… Luego, deprisa y corriendo al “super”. Bueno, menos mal que lo de la cocina diaria lo he simplificado un poco: Congelados, precocinados, microondas y…arreando

Pero claro, en estas fechas, imposible.

-Mis padres cenarán con nosotros -me anunció mi marido.

Debió de notarme algo raro en la cara porque enseguida añadió:

-Acuérdate de que el año pasado se fueron a Lugo, a casa de mi hermana.

Pues claro que me acuerdo. ¡Como para olvidarme! Menuda turra me dio a cuenta de que sus padres ya estaban muy mayores para un viaje tan largo y que mejor habría sido que se quedaran aquí con nosotros.

-Total, ellos no dan una molestia ¿verdad?

-No, amor - digo para ponerme a tono con el “espíritu navideño”.

 Bueno, mejor será que me ponga a hacer la nota para la compra porque si no me pasará lo de todos los años, que al final siempre acabo con el dichoso marisco que me deja el mantel hecho una cetárea. Y además que, claro, “eso no es plato”, que diría mi suegra. No, a ella hay que ponerle la lombarda, el besugo y el cordero. ¡Habrase visto! ¿es que esta mujer no se ha enterado de que estamos en crisis?

¡Dios, qué nervios! ¿Dónde demonios he dejado la caja de los ansiolíticos? Es que si no tomo una pastilla ahora mismo, me va a dar algo. Ah! Aquí está. Debajo del periódico. Si es que este hombre deja las cosas por cualquier sitio... Voy a echarle un vistazo a ver qué películas ponen esta noche. ¿pero qué dice aquí?

       "¿Un ansiolítico? No mejor correr por el parque"

  "¿Un lexatín? No, mejor váyase a sudar al parque"

 Pues, ¿sabes qué te digo? Que tiene razón. Ahora mismo me planto el chándal y los
 deportivos, y que le den dos duros al lexatín y a la dichosa cena.
 La verdad es que mi  suegra ha arrugado el morro cuando le he puesto delante el  plato con dos huevos fritos y al lado el cuenco de barro con las sopas de ajo.
         Menos mal que mi suegro ha salido al rescate:
        -Ya iba siendo hora de que alguien pusiera sentido común a estas celebraciones. ¡Gracias, hermosa! - me dice mientras le chorrea la yema del huevo por la barbilla.
        Me acerco y le beso.
¡FELIZ, NAVIDAD!




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