Escupió en el suelo y escapó de la chabola.
Los ojos ciegos ignoran que sus pies deformes y rígidos corrEn por las mismas calles de Bhopal por las que veinticinco años atrás sus padres, aún niños, aún sanos, aún felices, asidos de la mano y agarrados a una desesperada esperanza, intentaron sin éxito huir de los gases tóxicos, de la nube envenenada que finalmente les atrapó.
-¡Os odio!
Temblaron las palabras en las paredes de chapa.
Dentro de la chabola Vikram y Rachna se tomaron de la mano, pero esta vez no huyeron.
Permanecieron en la casa respirando el aire contaminado de aborrecimiento y reproche.
Murieron asfixiados por el aliento rencoroso de las palabras.
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